Comer es una necesidad básica, pero muchas veces lo hacemos sin hambre real. Comemos porque estamos aburridos, estresados, tristes o porque simplemente hay comida disponible. Aprender a diferenciar el hambre física del emocional puede transformar por completo nuestra relación con la comida.
El hambre física es una señal que envía el cuerpo cuando necesita energía. Se activa a través de la grelina, una hormona producida en el estómago que aumenta cuando el estómago está vacío y disminuye al comer.
Este tipo de hambre suele:
- Aparecer gradualmente
- Ser acompañada de sensaciones físicas (vacío, rugidos estomacales, baja energía)
- Poder esperar un poco sin urgencia extrema
El hambre emocional no responde a una necesidad energética sino a una necesidad emocional. Puede surgir de la ansiedad, el estrés, la tristeza o incluso la costumbre (como comer algo “dulce” a la tarde).
Se caracteriza por:
- Ser repentina e impulsiva
- Apetito específico (antojos: chocolate, pan, papas fritas)
- No tener una señal física clara
- No desaparecer incluso después de comer
Cómo entrenar el registro interno para distinguirlas
- Esperá 5-10 minutos antes de comer: si es emocional, probablemente se desvanezca.
- Identificá el disparador: ¿estás aburrido, ansioso o estresado?
- Tomá agua primero: muchas veces la sed se confunde con hambre.
- Comé consciente: sin pantallas, prestando atención a lo que comés.
Conclusión: Entender el hambre como una señal biológica (y no como respuesta emocional) es una forma poderosa de recuperar el control sobre lo que comemos y cómo nos sentimos.