Cómo una dirección clara cambia tu energía, tu disciplina y tu bienestar
Tener un propósito no es un lujo filosófico. Es una necesidad biológica, psicológica y emocional que ordena nuestra vida.
Un propósito no es un objetivo puntual (“quiero bajar de peso” o “quiero ganar dinero”). Es una dirección más grande que da sentido a cada acción diaria.
Ejemplo: “Quiero tener un cuerpo sano para poder disfrutar la vida con mis hijos” es más poderoso que “quiero perder 5 kilos”.
Impacto en la motivación y disciplina
- El propósito activa la motivación intrínseca(hacer algo porque tiene sentido para vos, no por obligación externa).
 - Reduce la tentación de abandonar, porque conecta la acción cotidiana con algo más grande.
 - Convierte la disciplina en energía: cuando sabés por qué hacés algo, sostenerlo cuesta menos.
 
- Estudios muestran que las personas con un propósito claro viven más años y tienen menor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
 - A nivel cerebral, el propósito regula mejor el cortisol(estrés) y potencia la resiliencia emocional.
 
Cómo encontrar tu propósito en lo cotidiano
- Preguntate: “¿Para qué quiero hacer esto?” más que “¿Qué quiero lograr?”.
 - Escribilo y repetilo cada día.
 - Usá tu propósito como filtro para tomar decisiones (¿esto me acerca o me aleja?).
 
Conclusión: El propósito no es poesía. Es el motor real que transforma la rutina en camino, y la acción en sentido.

								

